viernes, 15 de febrero de 2013

Tras su renuncia, Benedicto XVI estará 'oculto para el mundo'

Benedicto XVI
Escándalos podrían haber motivado su renuncia

Benedicto XVI se despidió el jueves de los obispos y sacerdotes de su diócesis, Roma, a los que dijo que, aunque renuncia al papado y quedará "oculto para el mundo", siempre estará unido a ellos en las plegarias, mientras trascendió una nueva versión de lo que pudo haber motivado su dimisión.
"He notado siempre vuestra presencia física y, aunque me retiro para rezar, sé que siempre estaréis cerca de mí, aunque para el mundo permanezca oculto", afirmó el papa ante el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini; los obispos auxiliares y varios centenares de sacerdotes de la diócesis romana, cuyo titular es él como Obispo de Roma, citó la agencia Efe.
El encuentro, celebrado en el Aula Pablo VI del Vaticano, estaba previsto antes de que Benedicto XVI anunciara el pasado día 11 que renunciará al papado el 28 de febrero; por eso adquirió un significado mayor, ya que ha sido la última vez que se reúne con toda su diócesis.
A punto de llorar
El cardenal Vallini así lo entendió y en su discurso, durante el que se le vio muy emocionado y se le saltaron las lágrimas, dijo que en estos momentos tenían una "mezcla de sentimientos: tristeza y respeto, admiración y añoranza, afecto y orgullo".
El purpurado destacó la personalidad de Benedicto XVI, de quien resaltó su humildad y que nunca "se ha echado para atrás".
"En los años de su luminoso pontificado nos ha enseñado muchas cosas importantes para ser discípulos de Cristo y buenos pastores: el testimonio de una vida totalmente entregada a Jesús y a la Iglesia, una fe inquebrantable y valiente, humildad en el servicio, pasión por la verdad y el compromiso para anunciar el Evangelio en un mundo en el que la fe tiene que ser propuesta de nuevo", afirmó.
El cardenal destacó también el apoyo de Ratzinger a los más débiles y a los pobres, "a los que siempre ha ayudado". "Su magisterio ha supuesto siempre una riqueza", subrayó Vallini, que no pudo reprimir las lágrimas y la emoción. Benedicto XVI llegó al Aula Pablo VI apoyándose en un bastón, mientras los aplausos se mezclaban con el canto "Tu sei Petrus" (Tu eres Pedro).
El papa respondió con una amplia sonrisa y dando varias veces las gracias por las muestras de cariño, y una vez sentado, detrás de una mesa, habló con ellos, sin texto, del Concilio Vaticano II, como estaba previsto.
Con la voz en algunos momentos ronca y aspecto algo cansado, el pontífice habló ininterrumpidamente durante una hora, en medio del silencio de sus sacerdotes, sabedores de que era la última vez que le escuchaban en un discurso dirigido expresamente a ellos.
El papa resaltó la validez del Concilio, lo que ha supuesto para la Iglesia y la importancia de los documentos emanados del mismo.
Benedicto XVI, quien participó en el mismo, aseguró que aún queda mucho por hacer, que la lectura del Concilio que lanzó a la Iglesia hacia el tercer milenio aún no ha sido completada y que hay que seguir mirando en él para construir la Iglesia del futuro.
Subrayó el ecumenismo y la potenciación del diálogo con las otras iglesias y con las otras religiones, especialmente con la judía, entre los logros del Concilio, y como un anciano con la cabeza muy lúcida recordó aquellos años y aquel evento, "al que acudimos con entusiasmo, que se veía como un nuevo Pentecostés".
Seguirá siendo Benedicto XVI
Aunque Benedicto XVI dijo al principio de la charla que debido a las condiciones de su edad -casi 86 años- no podía preparar un gran discurso, durante la hora que habló sin texto delante mostró una memoria prodigiosa.
El encuentro concluyó con un larguísmo aplauso, que, según el portavoz vaticano, Federico Lombardi, no habría acabado nunca si el propio papa no hubiera dicho: "vamos a rezar el Padrenuestro".
Lombardi informó, por otra parte, de que el secretario del papa y prefecto de la Casa Pontificia, Georg Ganswein, y las cuatro laicas consagradas de la comunidad "Memores Domini" que cuidan al pontífice acompañarán a Benedicto XVI durante su estancia en Castel Gandolfo y después en el monasterio del Vaticano donde se alojará una vez deje el papado.
El portavoz precisó que todavía no hay una "indicación precisa" sobre el título que recibirá cuando abandone el pontificado e indicó que, "como es lógico y normal", Benedicto XVI mantendrá el nombre.
También manifestó que, aunque ya no sea papa, la seguridad de Ratzinger correrá a cargo de la Gendarmería vaticana.
Escándalos de pederastía, posible motivo de la renuncia
Por otro lado, las versiones sobre lo que motivó la renuncia del pontífice han sido diversas, aunque esta semana trascendió que la presentación de diversas pruebas de que la iglesia habría encubierto a Marcial Maciel, hicieron que el pontífice empezara a considerar “hacerse a un lado”.
Según lo publicado por The New York Times, “aparentemente, Benedicto XVI no se sintió a la altura de la tarea de presidir una institución que ha carecido de un líder fuerte por una década, desde que Juan Pablo II comenzó a sufrir del mal de Parkinson”.
La reflexión de Benedicto XVI habría tenido su momento más álgido cuando el pontífice viajó a México. “Durante la visita, grupos de víctimas y otros abogados organizaron conferencias de prensa y otros eventos para llamar la atención a lo que ellos veían como una mancha negra de la iglesia en abusos sexuales, aunque Benedicto XVI, cuando era jefe oficial de doctrina, había abierto la investigación contra el padre Maciel”, quien fue el fundador de la poderosa orden religiosa “Los Legionarios de Cristo”.
Roma, lista para recibir a los turistas
Por otro lado, las autoridades de Roma se preparan apresuradamente para la elección del nuevo Papa, consecutiva a la inédita renuncia de Benedicto XVI el lunes pasado, que congregará a miles de turistas y creyentes a partir de mediados de marzo.
"El alcalde de Roma, Gianni Alemanno, ha creado un equipo especial que colaborará con el Vaticano para programar el recibimiento de turistas y peregrinos en la ciudad", informó Antonio Gazzellone, representante del alcalde para el turismo, informó la Agencia France Press.
"Con frecuencia dejan sola a la ciudad en esas circunstancias, esperamos que las instituciones nos ayuden a administrar un evento tan importante", comentó.
La temporada turística se inició en enero con un aumento del cinco por ciento y las reservas de hoteles y vuelos se dispararon del 117 por ciento, según web Hoteles.
Una situación inédita
La renuncia de Benedicto XVI al papado ha credo una situación inédita en la Iglesia Católica, que contará con un papa -el que surja del cónclave de marzo- y un expapa, Joseph Ratzinger, del que no se sabe qué título tendrá, aunque sí mantendrá el nombre y seguirá siendo obispo, en su caso emérito, de Roma.
En estos días, las preguntas sobre en qué situación queda Benedicto XVI y si mantiene sus prerrogativas papales se han multiplicado y canonistas vaticanos buscan la fórmula sobre qué título le corresponde.
Lo que está claro, según el Vaticano, es que no volverá a ser cardenal Ratzinger, ya que el cardenalato es una dignidad, concedida por un papa, y Benedicto XVI dejó de serlo en el momento en que fue elegido Pontífice el 19 de abril de 2005.
Por el contrario, seguirá siendo obispo, ya que el prelado es un hombre que ha recibido el sacramento del Orden Sacerdotal y es para siempre.
El Pontífice es tradicionalmente el Obispo de Roma, por lo que Benedicto XVI pasará a ser prelado emérito (jubilado) de la Ciudad Eterna.
El 'Anillo del Pescador'
Otra cosa es qué título le corresponderá y de momento no hay respuesta, aunque si mantendrá el nombre de Benedicto XVI, ya que siempre será el papa de ese nombre.
El papa lleva el llamado "Anillo del Pescador", que simbolizan el poder pontificio, y que será destruido tras el 28 de febrero, día en que su renuncia será oficial.
El Anillo del Pescador se destruye cuando muere el Pontífice. Aunque en esta ocasión es diferente, ya que el papa sigue vivo, y en el Vaticano hay algunas dudas.
El portavoz, Federico Lombardi, se mostró convencido de que será machacado, ya que los objetos relacionados directamente con el ministerio petrino "tienen que ser destruidos".
La normativa vaticana contempla que tras la muerte de un papa, el cardenal camarlengo -que gestiona la Iglesia durante el interregno entre un Pontífice y el sucesor- verifique la muerte y le retire del dedo el anillo, señal de que el reinado ha concluido.
El anillo es inmediatamente machacado para evitar cualquier eventual falsificación de documentos pontificios.
La ropa, las prerrogativas y su lugar de residencia
Respecto a si seguirá vistiendo de blanco, ese color es tradicionalmente el de los papas, por lo que, según expertos vaticanos, Benedicto XVI volverá a vestir la sotana o el clergyman.
Sobre las prerrogativas papales, en el momento que deje de serlo, las perderá. Entre las que llama más la atención es la de infalibilidad, dogma aprobado durante el Concilio Vaticano I, en 1870, bajo el pontificado de Pío IX.
A Benedicto XVI no le preocupará mucho, ya que en su libro entrevista "Luz del Mundo", del escritor Peter Seewald, considera una "equivocación" afirmar que el pontífice es infalible, "ya que un papa también se equivoca".
La normativa vaticana también contempla que tras la muerte -o en este caso renuncia- del papa, el apartamento papal tiene que quedar libre y es sellado hasta que haya nuevo papa.
Benedicto XVI tiene previsto abandonar el Vaticano tres horas antes (a las cinco de la tarde) de que concluya su papado y se trasladará junto con sus dos secretarios y las cuatro seglares consagradas que le ayudan, la llamada "familia pontificia", a la residencia de Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma.
Esta residencia papal también tendría que ser sellada, al ser demora del Pontífice, pero, según dijo el portavoz Lombardi, no se hará, ya que no guarda documentos papales que exijan poner a buen recaudo.
Benedicto XVI permanecerá en Castel Gandolfo hasta que estén acabadas las obras de acondicionamiento del monasterio de clausura "Mater Ecclesia", levantado en los jardines vaticanos, donde tiene previsto alojarse definitivamente.
El papa Ratzinger vivirá a poco más de un centenar de metros del Palacio Pontificio, en cuya tercera planta está el apartamento papal, que alojará a su sucesor.
Vivirán muy cerca, pero no habrá interferencias. Benedicto XVI ya ha dicho que se "ocultará del mundo" y se dedicará a rezar y escribir.


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