elEconomista.es
12/12/2011 - 17:58
La madrugada del pasado viernes los líderes europeos llegaron a un acuerdo para refundar la Unión Europea y reforzar la disciplina fiscal entre todos sus miembros. ¿Las consecuencias? Para el economista Santiago Niño Becerra, Europa está evolucionando hacia un imperio, uno en el que cada país va a perder su individualidad, su autonomía, su ser como Estado. ¿Eso es bueno o es malo?, se pregunta el economista. "Simplemente es inevitable", apunta.
En este sentido, Niño Becerra alude en su blog de La Carta de la Bolsa a la misiva que hicieron llegar dos días antes de la última cumbre europea la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. En ella, adelantaron sus propuestas para reformar la UE, las bases del acuerdo que finalmente se aprobó.
El catedrático de Estructura Económica define la citada carta como "toda una declaración de intenciones". En definitiva, una serie de normas de comprotamiento, apunta, "por las que todos los países pierden toda brizna de soberanía si sus actuaciones individuales van a representar algo malo o peligroso para el conjunto".
En otras palabras: en el futuro cada país va a perder capacidad de decisión en beneficio del conjunto de miembros que forman el euro y, en última instancia, la UE. "Es una filosofía muy colectiva", pero a su vez supone que cada país va a perder autonomía, su ser como Estado, destaca Niño Becerra. "La antigua forma de hacer, el ir cada uno a su puta bola está agotada", añade, "el pueblo acepta lo que sea con tal de tener acceso a un mendrugo de pan duro".
Una Europa a dos velocidades
El economista también alude al debate sobre la posibilidad de una Europa a dos velocidades, una idea que califica de lógica. Piensa que no todos los países que conforman la moneda única pueden estar bajo el mismo paraguas, pues no todos disfrutan de -o padecen- las mismas condiciones económicas.Lo importante, para él, es quien formará parte "del primer vagón". ¿Volverá a hacerse lo que se hizo cuando se creó el euro y se meterá en él a quienes no debían estar?, se pregunta en alusión a los PIIGS. A su juicio, habrá una selección, más o menos esperada. Eso sí, formar parte del primer grupo, "supondrá firmar con sangre un contrato por el que quien entre se compromete a todo lo que fijen todos a fin de no fastidiar con su proceder a esos todos". ¿Y quién está detrás de esos todos? "Los que tienen la pasta".
Es más, "una vez se haya firmado ese papel será como lo que sucedía cuando un nuevo territorio era anexionado a un imperio: nada podía deshacer ese vínculo".
En ese contexto, el gobierno de cada país estará obligado a acatar las normas que marque un comité o un consejo, o cualquiera que sea el nombre que tenga el encargado de fijar las reglas a nivel de conjunto. Y lo acatará independientemente de las consecuencias que tenga para la población de ese país determinado, "se empobrezca lo que se empobrezca esa población".
"¿Qué eso no es democrático? Bueno, no hay alternativa: es inevitable porque inevitable es la escasez en la que ya nos hemos instalado", sentencia Niño Becerra.
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